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Machismo anti-vaca

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Machismo anti-vaca

Antonio García

No se lo van a creer, pero estas cosas pasan. Y gracias a ello ahora empiezo a comprender por qué ha bajado el consumo de leche de vaca en España. Alguien decía por ahí que no era buena para la salud, pero no, no es por eso, amigos lectores. La verdad cruda y desnuda es ésta: consumir leche de vaca es machista. Como lo oyen. O como lo leen. Y les confieso que cuando leí la noticia se me cayeron los palos del sombrajo. Me vi a mi mismo como un monstruo anticuado, cavernario y totalmente fuera de la modernidad feminista -que como todos saben es la que impera- dado que, desde que tengo memoria, todos los santos días de mi vida he tomado leche de estas reses. Y no, no vale disimularla con cola-cao, café, miel o cualquier otro añadido. Si es leche de vaca, no hay escapatoria. ¡So machista!

Algunos escépticos e incrédulos pensarán que estoy de broma, y les comprendo, pero les voy a sacar de dudas con la esperanza de que se solidaricen conmigo, y no pase yo solo por este calvario de conciencia láctea que me tiene en un vivo sin vivir en mí.

La cosa vengo arrastrándola desde Julio de este año en que un medio de comunicación me sacó de mi paz lechera.

Todo comenzó cuando un grupo de nenas feministas –la quintaesencia de la mujer verdadera- se plantaron en la avenida Puerta del Ángel, en Barcelona, se quedaron en paños menores, se acoplaron los extremos de dos tubos al sujetador, que por el otro extremo terminaban dentro de un bidón de plástico, y comenzando a simular, entre chillidos, gemidos de dolor y contorsiones que las estaban ordeñando, pintándose a la vez de rojo en expresión del sufrimiento vacuno, en un tiernísimo acto de solidaridad con la angustia de las reses lecheras. El lema pregonado por megafonía era: <<No a los lácteos, no a la explotación de “ninguna fémina”, el consumo de lácteos es MACHISMO. Las vacas son compañeras>>. Y claro, con este mensaje ya es difícil que a uno no se le rompa el corazón y se replantee qué desayunar de ahora en adelante.

Al parecer, AnimaNaturalis es el nombre de la organización animalista que, tras la firma del debido convenio de colaboración con el grupo feminista, han unido sinergias para la defensa de los derechos vacunos, tan vilmente vilipendiados y avasallados por el Homo Sapiens desde tiempos inmemoriales. De manera que su claro propósito es que “se prohíba ordeñas a las vacas”. Y llevan razón porque, como las nenas dicen <<nadie piensa en ellas como madres>>. Incontestable, oigan. ¿Ustedes han pensado alguna vez en las vacas como mamás? ¿A que no? ¡Pues lo son! Así de claro. Y bebernos parte de su leche es una “crueldad”, al decir de estas aguerridas y desnudas intercesoras. A ver si no para quién fabrican las vacas leche: ¡para sus terneros! ¿O no habían caído ustedes en la cuenta?

Seguramente a eso se debe la caída del precio de la leche, bueno, de lo que cobran los vaqueros, que al parecer no les llega ni a cubrir el coste de producción, y la reducción de la cuota lechera asignada a España por esa cosa que se llama la Unión Europea, que nadie sabe bien para qué sirve. ¿Qué esto lleva a la ruina a muchos ganaderos? ¿Qué tienen que matar sus reses para venderlas como carne? Que se aguanten y comprendan que es por un bien mayor: la defensa de los derechos de las vacas, que son mujeres muy dignas y nadie debe de tocarles las tetas y menos aún succionarlas. Y que vayan pensando en reciclarse y producir leche de toro, de macho cabrío –también llamado cabrón-, de oso asturiano o de avestruzo, que seguramente serían un boom en el mercado mundial. Porque éste altruista movimiento no se ha olvidado de las demás especies femeninas. De hecho, editaron un cartel que reza así: <<LOS LÁCTEOS SON MACHISTAS. No a la explotación de nuestras compañeras. Los productos lácteos se obtienen de la explotación de animales hembras, principalmente vacas y cabras, que son nuestras COMPAÑERAS, y no debemos permitir que esto siga ocurriendo>>. Aquí no se si lo de “compañeras” se refiere solo a las vacas y cabras, o incluye a la totalidad del mundo femenino. Pero por si acaso.

Lo que no me cabe duda es de que están como cabras. Como tampoco me cabe duda de que no hay manicomio que se ofrezca a internarlas, ni aún pagando, ni circo que las contrate.

Pero lo más curioso del caso es que éstas feministas –pagadas por hacer el espantajo- aquí defienden la maternidad de las vacas, y dos calles más allá montan un destete integral defendiendo la “libertad de las mujeres” para abortar. Son las mismas mujeres-pelele para uno y otro caso, que sin pudor, vergüenza y verdadera femineidad berrean una mañana el holocausto lecheril de las cabras, y por la tarde defienden y jalean el genocidio de millones de seres humanos en mataderos abortistas.

Pobrecitas. Que Dios se apiade de ellas.

Y usted, querido lector, si ha quedado concienciado, siente una vaca a su mesa. Pero eso sí, las manecicas quietas. Y nada del jueguecito ese de “¡Que te ordeño, pelandusca!

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