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Historias del corazón…

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Historias del corazón…

Por Sol Sánchez

Hace unos meses, la adversidad, nos robó a Rafa Morcillo Sánchez. Era mi primo hermano. Una persona muy querida y respetada en Hellín, regentaba el Pub Atlantis, lugar visitado por muchos Hellineros.

La vida, me regaló, semanas antes, la posibilidad de poder despedirme de Él, decirnos ciertas cosas importantes. Supe de su gran amor: Su hija, unido al sueño de prosperidad con su trabajo.

La vida tenía deparado otro destino para él y aquí nos quedamos, viendo como en poco tiempo, demostró con una gran dignidad, ser un Campeón, dándonos ejemplo en su manera de afrontar la cruel enfermedad. Viendo cómo volaba sin más…

Buscaba el momento de escribirle un adiós, pero no llegaba. Las letras se convertían en vacíos. Hace unos días, un hecho, me hizo despertar de ese letargo emocional… Raúl, su hermano, había decidido recoger el testigo de un sueño: El de Rafa.

Algo se me estremeció por dentro.

Sé de esa fuerza que nace en el corazón, tras una pérdida.

Continuar con la ilusión de otro, consigue calmar el dolor, bastante.

Gritar a los cuatro vientos: ¡No todo está perdido! Nos da fuerza para seguir. Y conseguirlo, es decir muy bajito a esa persona querida: “Te quiero, hermano”

Raúl, ha llegado al inicio de su propia meta.

¡Ha abierto las puertas del nuevo: “Atlantis de Rafa”!

El “Barco” está sobre las aguas del mar, navegando, buscando horizontes lejanos a los que llegar, tal y cómo quería, Rafa.

“Atlantis de Rafa” no es un simple pub, que se abre. Es una historia de Fe, de Amor, de entrega. Algo que me habla de lo incondicional.

El verdadero Amor, consigue que se pasen las antorchas, en una historia humana, que al conocerla, hace este mundo mucho más habitable. Hay veces, que no averiguamos nuestros más hondos sentimientos hacia alguien, hasta que no es necesario ganar una batalla.

Minuto a minuto, esfuerzo a esfuerzo, se puede crear en el recuerdo el hermoso vestido de la felicidad, que nos fueron destrozando las tijeras del infortunio.

Suerte Raúl, estamos contigo. Estoy segura que adentrarnos en el Pub, nos hará hablar de

aquel niño rubio, tirillas, rápido como el viento, con un flequillo que le caía hasta los ojos, al que llamábamos, “Rafalito”.

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