El Faro de Hellín

Por Sol Sánchez

Normalmente, hacemos homenajes a aquellas personas que ya han desaparecido. Hoy, creo que es importante, agradecer su entrega y dedicación a los que quedan. A los que afortunadamente pueden leer nuestro agradecimiento y admiración.

Eran los años ochenta, cuando en la imprenta de mi padre, escuché la voz de una señora encargándole unos trabajos. Supe que su nombre era y es, Gloria Martí Andújar.

Me encantaba ver su elegancia, femineidad esa manera de andar, su vitalidad. Más tarde le hice una entrevista en Radio Hellín y pude comprobar la pasión que ponía en la dedicación que desempeñaba como, Presidenta de la Asociación de Amas de Casa. Además con Glorín, se respiraba algo que muy pocas personas tienen, humanidad. Consiguió que muchas mujeres abrieran la puerta de su casa para salir del mundo familiar y participar en actividades solidarias, culturales, creativas, esparcimiento y comunicación con otras hellineras que junto a Glorín se convirtieron en pioneras de grandes iniciativas, entre ellas mi madre, que cuando hablaba de Glorín demostraba su gran fascinación por la capacidad para poder compatibilizar su vida personal con todo el trabajo que desarrollaba para el crecimiento de su pueblo. Porque esa era otra cuestión que conseguía hacerme pensar, que Glorín, era de otro planeta: con sus ocho hijos de todas las edades, perfectamente atendidos, orgullosos de su madre, jamás veías a Glorín estresada, al contrario, llevaba su agenda perfectamente organizada.

Han pasado los años y Glorín, dentro de su estupenda familia numerosa, comenzó a dar la bienvenida a nuevos miembros, hasta sumar a día de hoy, diecisiete nietos.

Cuando hablo con ella, comprendo que Glorín tiene muchas facetas que me habría encantado conocer, simplemente para aprender a vivir de la manera más correcta. Una mujer totalmente adaptada a los tiempos, capaz de transmitir “consejos” sin proponerlo, solamente hay que escucharla para poder desmadejar conflictos propios de nuestra inexperiencia. Ella, es agradecida a la vida, valora los muchos detalles que esa existencia le ha dado y a pesar de haber sufrido el peor de los dolores, que es la pérdida de su hijo, su gran amor a ese Dios en el que tanto cree, junto a su estupenda familia, le ayudan a amortiguar el desconsuelo y convertirlo en paz interior. Porque nadie termina de irse del todo sin despedirse, sin dar un beso…

Gracias Glorín, por demostrarnos sin quererlo, que eres una mujer grande, con una gran sensibilidad, a la que personalmente admiro y además eres HELLINERA.