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Con permiso, y sin ánimo de molestar

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Con permiso, y sin ánimo de molestar

Antonio García

Cuando les cuento algo, no me lo suelo inventar. Y si bien este artículo se publica en la sección de <<Opinión>> de El Faro, hoy no les voy a dar la mía. Van a hablar por mí otras personas cuyo testimonio y acontecer ya han sido publicados por medios de difusión nacionales, particularmente en periódicos digitales. O sea, que copio y pego.

El primer protagonista se llama Philippe Ariño, autor del libro “La homosexualidad en verdad” y que se declara a sí mismo “homosexual, de izquierdas, feminista y afeminado”. Philippe fue invitado por el delegado de Juventud del Arzobispado de Barcelona a dar una charla coloquio el 11 de Febrero en la parroquia de Santa Anna, cuyo contenido era contar su propia experiencia sin entrar en ningún tipo de juicio. Interesante experiencia, dado que este hombre fue un activista gay que, en un momento de su vida, tomó una determinación que recondujo su existencia: su opción por la castidad, que como él mismo asegura <<es una decisión y un combate personal>>. Se atreve a afirmar que es muy feliz desde que no practica la homosexualidad y se muestra orgulloso de haber elegido vivir la continencia y entregar su homosexualidad a Jesucristo y a su Iglesia. Se confiesa homosexual y católico y defiende que se puede ser feliz viviendo las enseñanzas de la Iglesia sobre moral sexual. Y claro, como es de suponer, esto al lobby gay le resulta sumamente incómodo, inconveniente e irritante y, como suele ya ser habitual entre los pregoneros de la tolerancia, han intentado acallar su voz, máxime cuando en algunas declaraciones, este ex activista gay ha dicho que <<los militantes homosexuales que se presentan como defensores del “amor”, la “tolerancia” y de la “libertad” suelen ser cien veces más violentos que sus adversarios>>. Así pues, el presidente del Observatorio contra la Homofobia (OCH) y portavoz del Front d’Alliberament Gay de Catalunya (FAGC), Eugeni Rodríguez, exigió que el Arzobispado de Barcelona suspendiese la charla de este escritor, que tendría lugar el pasado sábado 11 de febrero en la parroquia de Santa Anna. Ah, Y que el Arzobispo pidiese disculpas, ¡porque se trata de un ataque y discriminación a las personas LGTBI! Hasta la dirección General de Igualdad de Cataluña, a instancias del todopoderoso lobby abrió un expediente informativo pidiendo datos sobre una conferencia… ¡que aún no se había realizado!, –aunque estaba anunciada como una charla sobre la abstinencia sexual, la castidad y la espiritualidad católica-, para analizar si el acto “sería sancionable” por “homofobia”. Pues bien, la charla se dio, pero los Mossos d´Escuadra tuvieron que proteger el salón, blindando la iglesia de Santa Anna donde, en el exterior, un centenar de energúmenos convocados por el PSC, Observatorio contra la Homofobia, CridaLGTBI, Homes Igualitaris y otras entidades por el estilo intentaban reventarlo, en una ejemplar exhibición democrática. El amigo Philippe se ha ganado el epíteto de “gay homófobo”. ¡Manda güevos!

Camille Paglia Camille Paglia

El siguiente personaje es Camille Paglia, estadounidense nacida en 1947, intelectual, escritora y profesora de humanidades y estudios sobre medios de comunicación. Considerada por una revista del Reino Unido como uno de los cien intelectuales más importantes del mundo. Fue la primera mujer en declararse lesbiana en la Universidad de Yale. Desde su pensamiento feminista y ateo, mantiene un discurso absolutamente contrario al “oficial” impulsado por los grupos de presión LGTBI en todo el mundo, que la consideran “la feminista a la que las otras feministas odian”.

Paglia rompe con los dogmas de la ideología de género, es feminista pero desprecia el feminismo contemporáneo, que no se parece en nada a aquel noble feminismo del principio del siglo XX en el que bravas mujeres lucharon por los derechos laborales, políticos y sociales de la mujer. Y sorprende su afirmación -siendo atea feminista y lesbiana- de que “los códigos morales son la civilización, pues sin ellos estaríamos abrumados por la barbarie y la tiranía del sexo”. A ella le parece que la homosexualidad y las tendencias transgénero son “una forma de disfunción”, porque en la naturaleza “solo hay dos sexos biológicamente determinados”. Las definiciones de género, dice, “son resultado de la propaganda”. “La homosexualidad no es normal; por el contrario, es un desafío a la regla”. Y asegura que no hay excusa para los padres que cambien de sexo a sus hijos por eso del transgénero. “Es una forma de maltrato infantil”, explica. Y sin quedarle otra afirma que el activismo LGTBI “es estridente, egoísta y adoctrinador. Está completamente carente de una perspectiva filosófica”.

Como ya dije al principio, me abstengo de dar mi propia opinión respecto a los casos que acabo de contarles. Este es un artículo aséptico, neutro y objetivo. Yo, ni mu. Ni una sola palabra de las hasta ahora escritas es de mi propia cosecha. Dos historias que solo son una pequeña muestra de las muchísimas que les podría contar y que hablan por sí solas de por donde van los tiros. Si no lo remediamos, se impondrá la mordaza.

Pero permítanme, y sin ánimo de molestar, que me haga “en voz alta” unas preguntas: ¿Este artículo hiere a alguien? ¿Me van a censurar y presionar los coercitivos grupos LGTBI, a mí y al periódico? ¿Puedo confiar en el artículo 20 de la Constitución Española respecto a la libertad de expresión, o lo ha secuestrado algún poderoso lobby?

Y colorín, colorado. Ahora van y lo cascan.

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