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¿A dónde vamos con estos mimbres?

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¿A dónde vamos con estos mimbres?

Antonio García

Pues derechicos a la descomposición. No hay otra, se mire por donde se mire. Porque si una ministra, en representación de la ideología y la política de un gobierno nos suelta lo que nos suelta, es que la cosa ya está casi putrefacta. O sea, corrompida, infecta, purulenta. Y por el camino que llevamos, ni con antibióticos de amplio espectro nos salvamos del ataque contaminante de muchos políticos patrios, salvo que ocurra algo excepcional, asombroso, insólito. O sea, un milagro.

Para muestra, un pendón, digo, un botón: la ministra Carmen Calvo, que al parecer es la más preparada para la cartera de Igualdad. Y, según creo, para lo que se ponga. Igual dá. Como por ejemplo, vicepresidenta del Gobierno. Debe tener un master de “vocera plebeya de primera”, lo que justifica su elección pues, al fin y al cabo, solo hace que pregonar el pestilente derrotero del equipo de Perico el aprovechao y sus malolientes socios. Me siento obligado a mencionar a otros que actualmente no ocupan Ministerio, pero que bailan al son de la misma música y, si no bailan, dejan que siga sonando el picú, con mayoría absoluta o sin ella.

La Calvo pregona a los cuatro vientos que “las mujeres tienen que ser creídas sí o sí”. O sea, que en caso de conflicto con un varón, lo que éste diga es papel mojado, y lo que diga la hembra “va a misa”. Curioso concepto de igualdad…

<<La protección de la libertad sexual de las mujeres pasa por aceptar la verdad de lo que dicen, “siempre”>>. Hombre, que uno en su casa tenga que seguir esa regla dictada por su parienta, tira que te va, es política íntima familiar. Pero un personaje (o personaja) que está donde está ella y además lo quiera reflejar en las leyes de la Nación, me parece que es pasarse un pelín. Y además tajante, porque zanjando la cuestión añade sin titubeos: <<Ya está, no hay que darle más vueltas a esto>>. Para los despistados, insisto en que el lema es claro: <<no es no y sí es sí>>. En buena liza, y aunque esto representara un engorro, toda fémina que quisiera coyunda con un macho (u otra fémina), o no quisiera pero se viese en el trance, debería llevar una grabadora y establecer con la contraparte un convenio precoito, con declaración de intenciones y principios y el consentimiento expreso otorgado de viva voz… lo que puede dar lugar a que se enfríe el horno, sobre todo si algún contendiente es tartamudo. O la negativa. Pero con la Calvo velando por la “igualdad” esto no va a ser necesario, pues en caso de pleito a la moza le bastará con declarar: <<Señoría que me lo han tentao… y yo no quería>>, para que el juez mande a galeras al mozo, hasta que remando dé tres vueltas al globo y los grupos feministas monten sus circos callejeros a teta descubierta.

Pero eso sí, consciente de su trascendente paso por la historia, ha alertado al resto de grupos políticos sobre la importancia de la educación sexual y afectiva “en las aulas”. Que como ustedes ya saben es enseñarle a los nenes, desde pequeñicos, a explorar su cuerpo y el del otro sexo, a masturbarse con una sola mano, a practicar toqueteos intergénero, a ensayar posturas del Kamasutra y, a los nenes, a vestirse con minifalda y zapatos de tacón, para empatizar con el “diferente”. Entrenamiento imprescindible, como ustedes saben, para aprender a respetar al prójimo, y en particular a las prójimas. Todo ello cociéndose ya en la cuadra de Ministros, para la nueva Ley de Educación.

Tema este a abordar con valentía y a pecho descubierto, pues como la Calvo arenga: <<No debemos tener miedo a esto, ninguno. Otra cosa diferente es que vayamos a encontrar acuerdos ajustados>>, ha precisado la doña, quien ha invitado a los partidos a <<ser “responsables” y tomar decisiones que tengan que ver con un abordaje valiente de educar desde pequeños “sobre los valores de la democracia y constitucionales y sobre la educación sexual y afectiva>>. Aspectos que van unidos, pues a nadie se le oculta la íntima relación existente entre democracia-Constitución y la educación sexual afectiva. Tema además de exclusiva competencia del Estado.

Pero hay más. Según mis corresponsales acreditados en Moncloa, la Carmen ha criticado la falta de igualdad en el deporte, un sector que “se resiste a la equidad”, lo cual “va en dirección contraria de una imagen empoderada y rigurosa” de las chicas. Me apuesto uno y parte del otro a que no saben ustedes qué coño quiere decir esto. Y me huelo que están preparando, por trámite de urgencia –especialidad de don Sánchez- un decreto ley para que todos los equipos de fútbol de la liga incorporen la paridad en sus filas. El problema es que son once, por lo que igualdad de mujeres que de hombres en el campo de juego va a ser difícil… Pero algo se les ocurrirá. ¡Basta ya de resistencia a la equidad, leches! Lo de empoderar –darles el poder- a las mujeres en el deporte no se cómo se come. Como no sea que se obligue a que todos los presidentes de clubes sean presidentas… O que cuando una jamba cometa un penalty “sobre” un delantero jambo, no sea falta… Seguramente bastará con que ella diga que no ha sido penalty, con la seguridad que el juez árbitro lo aceptará y ni la moviola podrá demostrar lo contrario.

¡Ah! Y la RAE que se vaya poniendo las pilas, porque hay que corregir a fondo el idioma castellano para que el lenguaje sea “inclusivo”. Ya que, según la Carmen, el lenguaje tiene que adaptarse a la realidad, porque con el actual las mujeres no se sienten “identificadas y representadas”. Pues oigan, habrá que investigar cómo cojones nos hemos entendido durante siglos y ahora no. Pero si lo dice la Calvo…

En fin, que buen cesto nos está saliendo con estos mimbres.

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